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Los estragos de estrés

✔️ ¿Qué es el estrés?

✔️ ¿Cuándo se activa el estrés?

✔️ ¿Cómo funciona el mecanismo del estrés?

✔️ ¿Cuándo el estrés se vuelve dañino?

✔️ ¿Cómo decirle a nuestro cuerpo que todo está bien y así bajar el estrés?


1. ¿Qué es el estrés?

Constantemente nos referimos al estrés como una emoción, pero realmente es un mecanismo de acción que se acompaña de otras emociones como el miedo o la ira, las cuales son emociones incómodas de sentir, por lo que se han catalogado como emociones negativas. Sin embargo, esta incomodidad que nos provoca es un sentimiento que nos lleva a buscar el movimiento y el cambio hacia un lugar más seguro.


2. ¿Cuándo se activa el estrés?

Químicamente la activación de este mecanismo es dirigida por el sistema nervioso simpático. Los mensajes de nuestro cuerpo a los diversos órganos son enviados a través de hormonas y el estrés se desencadena por medio de una hormona llamada cortisol.

Esta hormona es producida en las glándulas suprarrenales y tienen una vida promedio de 60 a 90 minutos. El cortisol está tan presente en nuestro día que tiene una relación importante con nuestro ciclo circadiano, el cual rige nuestro sueño y nuestro estado de vigilia.

Naturalmente el cortisol es más alto en la mañana que en la tarde y existe una disminución en sus niveles en sangre entre las 6 y 7 de la tarde para que empecemos a relajarnos y que pueda entrar en acción el sistema parasimpático para que relaje el cuerpo y lo repare.


3. ¿Cómo funciona el mecanismo del estrés?

El cuerpo reconoce la amenaza que genera el estrés y se prepara para la acción: atacar o correr.

Es en este momento cuando se activa la fase de alerta o alarma y se libera el cortisol. Este aumenta el latido del corazón, el ritmo respiratorio y sube la concentración de azúcar en la sangre y todo eso para que llegue suficiente oxígeno y glucosa a nuestros músculos y estos sean capaces de correr o atacar.

También se pueden activar otros mecanismos para poder obtener glucosa como la degradación de las proteínas de las reservas musculares. Si esto llega a prolongarse o la cantidad de glucosa disponible en sangre fuera baja, nuestro cuerpo podría obtener la glucosa a partir de las grasas que vamos reservando.

Como respuesta del estrés la concentración de glucosa en sangre sube y la presión arterial se eleva, las pupilas se dilatan, la digestión, el sistema inmunológico y la libido bajan. Si esto se prolonga se pasa a una fase de resistencia o defensa donde hay agotamiento de las reservas y el funcionamiento natural fisiológico del organismo empieza a complicarse.

Aquí el sistema inmunológico se ve reprimido y baja el nivel de energía originando la fatiga adrenal por el estrés crónico.

De manera natural el apetito se bloquea en la primera fase porque el cortisol elevado inhibe el apetito, pero por el contrario durante las siguientes fases, cuando el estrés se vuelve crónico, la elevación del cortisol genera una elevación de la hormona grelina, conocida como la hormona del hambre o apetito y que es liberada normalmente cuando se siente vacío el estómago y eso nos conduce a comer más.

Cuando el estrés es crónico la secreción de dopamina en el sistema nervioso central se inhibe por lo que la compensación de esa falta de dopamina se hace normalmente por medio de sentir placer.


El placer nos hace saber que estamos seguros y protegidos o que estamos fuera de peligro. La forma más natural e inmediata de sentir placer es a través de la comida.


4. ¿Cuándo el estrés se vuelve dañino?

El estrés fisiológico o psicológico de tipo crónico es el que genera problemas en el cuerpo, y ya que una de las funciones del cortisol es subir la glucosa en sangre, al ocurrir esto aumenta también la insulina. Como consecuencia, se puede generar resistencia a la insulina, y a su vez ésta va a provocar síndrome metabólico, diabetes y enfermedades cardiovasculares.

La función de la grasa a nivel fisiológico es la de generar una fuente de reserva de energía y protección de los órganos vitales, formando una capa protectora. Al ser el estrés un mecanismo de protección, cuando éste se vuelve crónico, nos lleva a la formación de grasa visceral y en la zona abdominal y este exceso de grasa provoca enfermedades metabólicas.

El cortisol crónico elevado nos lleva a otros problemas: insomnio, alteraciones en el apetito, sensación de angustia, problemas digestivos, infertilidad, síndrome de ovario poliquístico y acné. También suele producir sentimientos de frustración, ansiedad, enojo o depresión. Estos problemas son señales que el cuerpo te está mandando para que regules tus niveles de estrés.

Estos son algunos síntomas de que el estrés te puede estar afectando:

  • Diarrea o estreñimiento.

  • Mala memoria.

  • Dolores y achaques frecuentes.

  • Dolores de cabeza.

  • Falta de energía o concentración.

  • Problemas sexuales.

  • Cuello o mandíbula rígidos.

  • Cansancio.


Es muy importante encontrar estrategias para estimular el sistema nervioso parasimpático, que como ya mencionamos, es el que se encarga de relajar el cuerpo y reparar y regenerar los tejidos. Como éste se activa a partir del placer, hay que encontrar actividades placenteras que nos hagan sentir seguros emocionalmente. Las siguientes recomendaciones nos pueden ayudar a manejar el estrés de manera efectiva:

  • Respirar profundamente: cuando modulamos y empezamos a hacer respiraciones más profundas y exhalaciones más conscientes le mandamos la señal a nuestro cuerpo de que el estado de peligro ya pasó.

  • Cantar: cuando cantamos masajeamos el nervio vago, el cual ayuda a activar el sistema parasimpático y nos lleva a un estado de relajación.

  • Cuando el peligro no es real y solo creemos que va a suceder hay que hacerle entender a nuestra mente que no estamos en una situación de peligro y que hemos tomado medidas de precaución para afrontar esta amenaza. Hay que fomentar que nuestra mente esté en el aquí y en el ahora. La gratitud nos ayuda a enfocarnos en lo que tenemos y que podemos enfrentar la situación con los recursos que tenemos.

  • Cuidar la higiene del sueño para dormir y descansar.

  • Hacer ejercicio variado constante, máximo 1 hora al día, para no sobrecargar al cuerpo.

  • Llevar una alimentación antiinflamatoria basada en alimentos que reducen la inflamación crónica en el organismo con alto contenido en verduras y ácidos grasos esenciales omega 3 y bajo contenido en grasas trans.

  • Evitar el ayuno intermitente, ya que agrega más estrés al organismo.

  • Cambiar la respuesta ante situaciones estresantes que no puedes dejar (como un trabajo exigente) a través de terapia, técnicas de manejo del estrés, meditación, masajes o baños relajantes.

  • Fomentar las relaciones sanas y el contacto físico con las personas que queremos.

  • Suplementarse bajo la supervisión médica, ya que cada organismo es diferente. Los principales micronutrientes que nos ayudan a regular el cortisol son: vitamina B, folatos, vitamina C, omega 3, magnesio  y adaptógenos como el ashwagandha.