Las dietas DETOX

 

✔️ ¿Qué son las dietas detox?

✔️ La desintoxicación real

✔️ ¿Cómo ayudar a tu organismo a desintoxicarte?

✔️ Recomendaciones

 

1. ¿Qué son las dietas Detox?

El nombre suena muy atractivo, pues las dietas “detox” hacen referencia a una depuración o limpieza del organismo y suelen sugerirse después de un periodo de excesos o al iniciar un nuevo enfoque o plan nutricional.

Seguramente te has encontrado con este término en algún video, post de Instagram, o cualquier otra red social. Sin embargo, NO existe evidencia científica de que estas dietas funcionen, por la simple razón de que nuestro cuerpo ya está diseñado para realizar estos procesos por sí mismo: nuestro hígado, riñones y pulmones se encargan de eliminar toxinas o productos de desecho.

Así que no tires tu dinero ni tu tiempo en esos productos que prometen “desintoxicarte“; tal cosa no existe, pero lo que sí puedes hacer que tendrá efectos benéficos reales en ti y tú organismo es mejorar tus hábitos. Vamos a desmenuzar punto por punto en qué consisten estas dietas y por qué no funcionan.

Las dietas detox son un programa alimenticio que consiste en ayudar a depurar, purificar o desintoxicar nuestro cuerpo de todo aquello que no necesita o que lo está dañando, con el objetivo de que su funcionamiento sea mucho más eficaz, logrando una pérdida de grasa y peso de una forma saludable y permitiendo sentirnos mejor y con más energía.

Este tipo de regímenes alimenticios se han puesto muy de moda sobre todo después de periodos de excesos como la navidad o antes del verano. Algunos expertos en nutrición, fitness, entrenadores personales, entre otros, las recomiendan como un empujón extra a la limpieza de nuestro cuerpo. No obstante, vale la pena cuestionarnos: ¿cuáles son realmente los beneficios de depurar nuestro cuerpo a base de alimentos? ¿De verdad funcionan?


2. La desintoxicación real

¿Hay algo que realmente podamos hacer para darle un empujón extra a nuestro organismo y acelerar el proceso de desintoxicación?

Como ya mencionamos anteriormente, nuestro cuerpo es tan sabio que designa a los órganos encargados de estas funciones de limpieza y desintoxicación.

Primero que nada, desconfiemos de los productos “milagrosos” como jugos o licuados detox, que prometen purificar nuestros cuerpos de manera ambigua, y siempre y cuando sigamos un orden específico para consumirlos, u otras instrucciones sin ninguna lógica. La supuesta explicación de la eficacia que tienen estos productos se basa en los «superalimentos» que forman parte de sus ingredientes. Basta decir que por muy nutritivos que puedan llegar a ser, el aporte calórico de estos productos es insuficiente para cubrir las necesidades energéticas de un adulto, además de que no aportan los aminoácidos ni ácidos grasos esenciales para el funcionamiento adecuado de nuestro organismo.

Probablemente el déficit calórico al que nuestro cuerpo se ve sometido al consumir este tipo de productos cree la ilusión de que son efectivos, pero en realidad no están haciéndonos ningún bien, sino todo lo contrario.


3. ¿Cómo ayudar a tu organismo a desintoxicarte?

¿Hay algo que podemos hacer para ayudar a eliminar los elementos tóxicos?

Hay ciertos compuestos químicos a los que nos exponemos diariamente que sí pueden ser peligrosos para nuestra salud. Por ejemplo, los BPAs o Bisfenol A (sustancias químicas industriales presentes en algunos plásticos), pesticidas y herbicidas. En el mundo actual resulta prácticamente imposible librarnos por completo de consumir alguno de estos compuestos; la mayoría de las personas presenta rastros de muchos de estos tóxicos en sangre, y se ha demostrado que existe una correlación entre los niveles de dichas sustancias y problemas metabólicos que pudieran favorecer la obesidad.

Para luchar contra compuestos dañinos tenemos un complejo sistema de protección y limpieza. La primera línea de defensa la forman la piel y el intestino. Una vez que un compuesto potencialmente tóxico ha entrado al cuerpo, es el turno del principal actor de nuestro sistema de desintoxicación: el hígado.

Para apoyarle en su importante labor, debemos entender cómo funciona. Entre sus múltiples funciones se encarga de capturar sustancias tóxicas en la sangre, para neutralizarlas y posteriormente expulsarlas sin riesgo. Para cumplir con dicho objetivo secuencia una serie de reacciones químicas complejas.

Básicamente, a través de una serie de reacciones los compuestos tóxicos se descomponen para ser procesados y son las enzimas transferasas las que los conviertan en elementos inertes. De esta manera se obtiene un compuesto hidrosoluble, que se elimina principalmente a través de las heces y orina.

En resumen, cualquier «tratamiento detox» que te vendan deberá contar con un mínimo de evidencia, ya sea comparando los niveles de toxinas antes y después del tratamiento y/o los indicadores de la función hepática.


4. Recomendaciones

¿Qué sí podemos hacer para hacerle la labor más sencilla a nuestro hígado y organismo en general?

Ya establecimos por qué la eficacia de este tipo de “dietas” depende del sustento científico que lo respalde, y no de la cantidad de calorías que aporte o las bondades de sus ingredientes. Entonces, ¿qué sí podemos hacer para hacerle la labor más sencilla a nuestro hígado y cuerpo en general?

Limita la exposición a toxinas

Si no quieres obligar a tu cuerpo a luchar contra las toxinas, evítalas en primer lugar, en la medida de lo posible. Reduce tu consumo de alcohol, medicamentos (sólo los necesarios) y alimentos procesados ricos en azúcar, aceites vegetales y alimentos ultraprocesados. (Ver Alimentación antiinflamatoria)

Prioriza envases de vidrio y utensilios apropiados para cocinar.

Ayuda a tu intestino

Las toxinas en tu intestino están técnicamente fuera de ti. Sólo representan un problema si cruzan el intestino y entran al torrente sanguíneo. Para evitar esto, mantén una microbiota saludable. Tus bacterias participan en la defensa contra las toxinas. Simplemente incluye en tu alimentación una combinación de probióticos (como fermentos) y prebióticos, como almidón resistente o fibra. Si tomas jugo en vez de fruta eliminas toda la fibra y no ayudas a balancear tu microbiota.

Protege la integridad de la barrera intestinal, minimizando alimentos potencialmente dañinos (como el gluten) y priorizando alimentos “sanadores” como el caldo de huesos.

Protege tu hígado

Mantener buenos niveles de glutatión ayuda al hígado a realizar su función de desintoxicación. Algunos estudios indican que la ingesta directa de glutatión no es efectiva, siendo más recomendable priorizar sus precursores: cisteína, ácido glutámico y glicina. De estos tres, el factor limitante suele ser la cisteína, y una de las mejores fuentes es el suero de leche.

En este caso, un licuado con proteína mejor que jugo de frutas. Sin duda las frutas aportan vitaminas y antioxidantes importantes en la función del hígado además de que son una buena fuente de fibra, por eso es mejor consumirlas enteras.

Es recomendable consumir alimentos ricos en sulfatos, como brócoli, coliflor, coles, cebolla y ajo. También proteína animal como huevos.

Actividad física y sudor

La actividad física es un elemento importante para mejorar la circulación y todo el proceso de desintoxicación. Un efecto derivado de la actividad física es el sudor, otra vía para eliminar toxinas. Pero recuerda que el objetivo principal del sudor es controlar la temperatura corporal, no eliminar toxinas. Expulsas muchas más toxinas en el baño que en el sauna, aunque todo cuenta.

Otros factores

Hemos hablado ya de los beneficios del ayuno (Ver Ayuno Intermitente). El ayuno breve (16-24h) promueve la autofagia, nuestro sistema natural de reciclaje. Este mecanismo es el responsable de muchos de los beneficios que divulgan los seguidores de las «dietas detox». Pero es difícil ganar dinero recomendando ayunar, de ahí la «necesidad» de introducir productos adicionales. Los ayunos prolongados (más de 2-3 días) pueden destruir masa muscular. Cuando el cuerpo consume todos los aminoácidos presentes en el plasma sanguíneo y el glucógeno almacenado, empieza a utilizar músculo para convertirlo en glucosa.


Las toxinas existen y son un problema real. Pero a pesar de los posibles riesgos, lo que comemos cada día (azúcares, carbohidratos refinados, aceites vegetales etc) es más peligroso que los niveles de estos tóxicos ambientales. Una buena alimentación, con alimentos de calidad y alta densidad nutricional es la mejor arma contra las toxinas. (Ver Alimentación Antiinflamatoria)

Órganos como el hígado, intestino y riñones están preparados para luchar contra diferentes tóxicos. No necesitan procesos periódicos de limpieza con jugos depurativos o «superalimentos» del Amazonas. Lo mejor que podemos hacer para asegurar su correcto funcionamiento es darles los nutrientes que necesitan, y no creer en la existencia de licuados mágicos.
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